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ene. 17, 2025
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Los trastornos de alimentación afectan a millones de personas en todo el mundo. Aunque se asocian con preocupaciones estéticas, van mucho más allá de la apariencia, impactando profundamente en la vida de quienes los padecen. Por eso, es importante entender en qué consisten, cómo se presentan y cómo puedes identificarlos para formar un entorno de apoyo y comprensión para los principales afectados.
Los trastornos de la alimentación son enfermedades mentales graves, que afectan la forma en la cual una persona piensa sobre la comida, la alimentación, el peso y su figura corporal. Estas condiciones pueden tener un impacto significativo en la salud física y mental e involucran una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales.
Las personas afectadas por esta enfermedad experimentan una intensa ansiedad relacionada con la comida y el cuerpo, lo que los lleva a tener comportamientos alimentarios extremos y poco saludables, causándoles problemas como deficiencias nutricionales, fatiga, problemas cardíacos, complicaciones digestivas, depresión y baja autoestima, por mencionar algunos.
Además, así desarrollan complicaciones de salud y deterioro de su calidad de vida.
Los trastornos de alimentación abarcan diversas condiciones, cada una con características y síntomas específicos. A continuación, te explicaremos toda la variedad que existe:
La anorexia nerviosa es un trastorno caracterizado por una restricción extrema de la ingesta de alimentos, debido al miedo a subir de peso. Las personas afectadas con esta enfermedad suelen tener una percepción distorsionada de su cuerpo, viéndose a sí mismas con sobrepeso, incluso cuando están peligrosamente delgadas.
La bulimia se manifiesta a través de episodios de “atracones”, seguidos de conductas compensatorias inapropiadas, como el vómito autoinducido, el uso de laxantes o el ejercicio excesivo. Quienes la padecen sienten una profunda vergüenza y culpa, que finalmente los lleva a un ciclo dañino de consumo y purga.
Este trastorno se caracteriza por episodios en los que se consume una gran cantidad de alimentos en un corto período de tiempo, sin los comportamientos purgativos típicos de la bulimia. Se experimenta una pérdida de control durante estos episodios y, posteriormente, sentimientos de culpa y vergüenza.
Se caracteriza por una restricción significativa de la ingesta de alimentos, ya sea por miedo a las consecuencias adversas de comer (como ahogarse) o a las características sensoriales de los alimentos.
Existen otros trastornos, como la ortorexia, que consiste en una obsesión patológica de comer alimentos “sanos”, o la vigorexia, con la cual las personas se obsesionan con tener un cuerpo musculoso. Con esta última, tienen comportamientos alimenticios extremos y practican ejercicio de forma desmesurada.
Los factores que pueden contribuir al desarrollo de un trastorno alimentario son variados y suelen estar interrelacionados. Estos son algunos de los más comunes:
Aumenta la vulnerabilidad de desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria.
Desequilibrios químicos: Cambios en los niveles de neurotransmisores, como la serotonina, también pueden influir en el comportamiento alimentario y en el estado de ánimo.
Estos factores, cuando se combinan, pueden crear una red compleja que favorece el desarrollo y mantenimiento de un trastorno alimentario, haciendo que el tratamiento requiera de una intervención multidisciplinaria.
Los síntomas de los trastornos de la alimentación pueden variar ampliamente, pero algunos de los más comunes son:
Entre los mitos más comunes se encuentra la idea de que sólo afectan a mujeres jóvenes o que aquellos que los padecen son simplemente "vanidosos". Sin embargo, la realidad es que estos trastornos pueden afectar a personas de todas las edades y géneros, y no están relacionados únicamente con el aspecto físico, sino que también a factores emocionales y psicológicos profundos.
Es importante desmitificar los trastornos de la alimentación y comprender que no son una elección ni una búsqueda de atención, sino que enfermedades complejas que requieren tratamiento profesional. Por eso, romper estos mitos y desarrollar una visión empática y comprensiva puede crear un entorno donde las personas afectadas se sientan apoyadas para buscar ayuda.
Según la OMS, un 9% de la población mundial padece trastornos alimentarios en algún momento de su vida, y la mayoría de estos casos se desarrollan en la adolescencia o en la juventud temprana. A pesar de la prevalencia, si no se diagnostican a tiempo, pueden llevar a complicaciones de salud crónicas o incluso a la muerte.
Los trastornos de la alimentación son tratables, y mientras antes las personas afectadas busquen ayuda, mejores serán sus resultados. El tratamiento, generalmente, incluye una combinación de terapia, nutrición y, en algunos casos, medicamentos.
Buscar ayuda profesional a tiempo es clave para el tratamiento. Incluso, una de las técnicas más efectiva, por ejemplo, es la terapia cognitivo-conductual (TCC), que ayuda a los pacientes a cambiar patrones de pensamiento y comportamiento dañinos.
Los trastornos de alimentación son problemas complejos y serios que requieren comprensión y apoyo. Por eso, si tú o alguien que conoces está luchando con uno de ellos, busca información y ayuda profesional adecuada ¡Es importante crear conciencia, romper el estigma y promover el acceso a los tratamientos!
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