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mar. 17, 2025
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El primer viernes de marzo se celebra el Día Mundial sin Celular una invitación a desconectarnos de los dispositivos y reflexionar sobre su impacto en nuestra vida. En un mundo donde las pantallas nos rodean, ¿somos realmente conscientes de cómo afectan nuestro bienestar físico y mental?
El día de la abstinencia digital surge como respuesta al uso excesivo de dispositivos electrónicos que caracterizan a nuestra sociedad actual. Esta iniciativa nos anima a dejar de lado nuestros teléfonos por 24 horas y redescubrir actividades que no involucren pantallas.
La desconexión temporal nos permite evaluar cuánto dependemos realmente de nuestros dispositivos y cómo estos han modificado nuestras rutinas diarias, relaciones personales y hábitos de comunicación.
Reducir el tiempo frente a las pantallas disminuye el estrés, mejora la concentración y fortalece las relaciones interpersonales. Al alejarnos de los dispositivos, podemos redescubrir actividades que fomentan el bienestar, como leer, hacer ejercicio o compartir tiempo con la familia.
El uso excesivo de pantallas no solo afecta la salud mental, sino que también altera funciones básicas del organismo. Desde problemas de sueño hasta dificultades de atención, los efectos pueden ser profundos en personas de todas las edades.
Estudios han demostrado que los niños son especialmente vulnerables, ya que su cerebro aún está en desarrollo. En los adultos, el uso prolongado de pantallas puede afectar la productividad, el estado de ánimo y la calidad del descanso.
El uso excesivo de dispositivos puede afectar la plasticidad cerebral, reduciendo la capacidad de atención y generando una dependencia de la estimulación digital constante. En niños, se ha relacionado con un menor desarrollo de habilidades sociales y cognitivas.
La luz azul de las pantallas reduce la producción de melatonina, dificultando el sueño y afectando el descanso. Además, el uso prolongado puede provocar fatiga visual, dolores de cabeza y dificultad para mantener la concentración en tareas prolongadas.
La dopamina es un neurotransmisor asociado al placer y la recompensa. Cada notificación, "me gusta" o mensaje nuevo libera pequeñas dosis de dopamina en nuestro cerebro, creando un ciclo de gratificación inmediata.
Este mecanismo explica por qué resulta tan difícil dejar el celular. Nuestro cerebro se acostumbra a estos estímulos constantes de recompensa, generando un patrón adictivo similar al que se observa en otras dependencias
El exceso de estímulos digitales puede generar dependencia, haciendo que el cerebro busque constantemente nuevas interacciones en redes sociales o juegos. Con el tiempo, se necesita mayor exposición para sentir el mismo nivel de satisfacción, creando un ciclo difícil de romper.
Establecer horarios específicos sin tecnología es fundamental para recuperar el control. Dedicar las comidas, la primera y última hora del día como momentos libres de pantallas ayuda a crear nuevos hábitos saludables.
Comunicar a nuestro entorno los límites que estamos estableciendo con la tecnología facilita el proceso. Sustituir el tiempo de pantalla por actividades como la lectura, el ejercicio o la conversación cara a cara resulta extremadamente beneficioso.
Definir horarios sin pantallas, activar el modo "no molestar" en momentos clave y priorizar actividades sin dispositivos son formas efectivas de disminuir la dependencia digital. También es útil designar espacios libres de tecnología en el hogar.
Existen apps como, Digital Wellbeing y Freedom, que ayudan a monitorear el tiempo de pantalla y bloquear el acceso a aplicaciones distractoras. Estas herramientas pueden ser un buen punto de partida para mejorar la relación con la tecnología.
Dar el primer paso hacia una relación más saludable con la tecnología puede comenzar hoy mismo. No se trata de eliminar los dispositivos de nuestra vida, sino de recuperar el control sobre ellos. ¿Te atreves a intentar un día completo sin celular?
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